¡Soltad amarras!

Soltar las amarras según se acerca el invierno puede sonar contra-intuitivo, casi peligroso, una misión suicida.

Quizás estamos locos, quizás las bestias marinas harán lo propio con los restos de la nave y sus tripulantes. Pero la llamada de la aventura es cada vez más irresistible. Estamos dispuestos a asumir el riesgo y apretar los dientes en la tormenta a cambio de la inigualable sensación de sentirnos dueños de nuestro frágil balandro.

Según los días se van haciendo cada vez más cortos, nos adentraremos en los océanos azuzados por los gélidos vientos que barren las aguas en esta época del año, cortando la espuma del irregular oleaje que hace mecer el casco de la nave.

Las mañanas traerán la densa bruma a través de la cuál poco podremos intuir, y menos ver, tendremos entonces que hacer un ejercicio de Fe, y confiar en que las decisiones que vamos tomando en cada momento nos permitirán seguir avanzando en estos mares inciertos.

Que los dioses nos cuiden y tengan en su gracia llenar las velas y alejarnos de los peligros.

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